El sufrimiento psicológico es parte inseparable de la vida humana, sin embargo la sociedad, nuestra cultura nos ha enseñado que las reacciones naturales y normales que tenemos ante situaciones desagradables sean contempladas como anormales y negativas ante las que se reacciona como si fueran barreras para vivir.
Estar psicológicamente sano no es estar libre de ciertos procesos emocionales y cognitivos: como la ansiedad, conflictos, dudas, miedos, preocupaciones…
Se alimenta la idea de que para poder tener éxito en nuestras empresas debemos tener una motivación y estado de ánimo excelente, así como reunir una serie de características acerca de nuestro pensar sobre nosotros mismos; pero, ¿y si no se dan estas condiciones? ¿Si nuestras experiencias internas, nuestros pensamientos, no cumplen estos requisitos? Buscamos la forma de alterar las experiencias internas para que alcancen las cuotas necesarias para poder vivir la vida deseada; ante el malestar y la angustia, u otra experiencia interna adscrita como negativa, buscamos aplacar esas experiencias, buscamos una solución, luchar contra ellas; lucha que paradójicamente, según demuestran los hechos, nos conduce a un mayor sufrimiento, más limita nuestra vida, más se extiende el problema. Huir deliberadamente del malestar se constituye como una tarea insalvable; un pequeño ejemplo sería que en estas líneas se os dijera que no pensarais en un elefante rosa, hacedlo; no penséis en el elefante rosa, ni en su enorme trompa, ni en sus grandes patas y orejas… Intentad no pensar en él. El hecho de intentar no tener una experiencia interna, evitar la angustia o el malestar, genera que nuestra atención sobre la misma se intensifique generándonos un mayor dolor y limitando nuestra vida.
¿Qué podemos hacer ante la evitación experiencial?
Alterando nuestra relación con las experiencias internas, utilizando la conciencia expandida, la curiosidad, sabiendo que las emociones negativas son experiencias pasajeras.
Incrementando la aceptación y el compromiso.
Siendo conscientes de cómo influye la Evitación Experiencial en nuestra conducta, animando acciones consistentes con nuestros valores, con nuestras vidas, con nuestros seres queridos y nuestras metas.