Escrito por Samara Sáez – Psicóloga sanitaria

Esto nos ha pillado por sorpresa.

Tanto las empresas, como nosotros hemos tenido que adaptarnos a marchas forzadas a una situación y método de trabajo/estudio, que para muchos, era desconocido hasta la fecha: el teletrabajo.

Consiste básicamente en realizar el máximo de nuestras funciones habituales en el ámbito laboral/formativo, pero desde casa.

Como todo, tiene aspectos tanto positivos como negativos. Una de las consecuencias más aversivas que podemos estar experimentando, es la dificultad  tanto para concentrarnos como para “desconcentrarnos” (desconectar).

Por ello, aquí van unos pequeños consejos que pueden serte de utilidad.

  1. Preparar el entorno de trabajo: este apartado engloba varios aspectos.

Por un lado, es muy importante que nos reservemos un espacio que, en la medida de lo posible, utilicemos exclusivamente para trabajar. Tendremos que ser previsores, visualizar que es lo que utilizamos en nuestras jornadas de oficina y tenerlo listo (bolígrafos, cuadernos, luz artificial, cargador de ordenador y móvil, pendrive…). Ir rotando de un espacio a otro de la casa, no solo dificultará la concentración y organización, sino que hará más complicado desconectar cuando así lo queramos.

Por otro lado, será muy importante que cuando acabemos la jornada, igual que lo hacemos en nuestra rutina “normalizada”, “echemos el cierre”; es decir, cuando acabe nuestro turno de trabajo cerremos todo (correo electrónico, carpetas y documentos…) lo pongamos todo en orden y lo dejemos listo para nuestro siguiente día de teletrabajo.

  1. Limitar el uso del teléfono: es muy tentador, cada vez que recibo un mensaje del grupo y/o de los compañeros del trabajo, abrirlo para ver de lo que se trata. Esto puede generarnos la sensación de estar todo el tiempo “conectados” a las necesidades laborales y por ende, no tener posibilidad de descanso. Piensa que, aunque a corto plazo abrir ese mensaje puede “mitigar nuestra ansiedad” de ver qué está sucediendo fuera de mi turno, a largo plazo me producirá cansancio y quemazón.

Para gestionar esto, puedes aprovechar diez minutos, ya de tu jornada, para ponerte al día con todo lo que haya pasado cuando tú habías terminado de trabajar.

  1. Márcate un rato de descanso: como lo harías si estuvieses en tu ambiente laboral habitual; cambia de espacio en la casa, prepárate un café o simplemente estira las piernas dando un “pequeño paseo” por casa.
  2. Calendario, agenda, cuaderno: serán buenos aliados. Probablemente, se te vayan ocurriendo planes a lo largo del día que puedan aumentar tu eficacia, o te surgirán cosas que hayas dejado pendientes en tu jornada. Aunque tengas posibilidades de solucionarlo inmediatamente, es preferible que lo apuntes en uno de los recursos ya mencionados y lo resuelvas cuando procede, en los horarios destinados a ello.
  3. Reuniones (informales): es cierto que una de las cosas que hacen más amenas nuestras jornadas, en general, es poder compartirlas con nuestros compañeros. Nos ayudan a desahogarnos, a sentirnos comprendidos y respaldados y a mejorar nuestras relaciones sociales.

No descuides estas relaciones, son importantes. Puedes hablar con ellos; aprovecha para compartir lo que sientes, cómo llevas el teletrabajo/estudio, pedirles consejo o facilitarles estrategias que te estén funcionando, o simplemente de cómo estáis, de qué tal los vuestros o de todo lo que haréis cuando esto pase. Déjales saber que cuentas con ellos y que ellos pueden contar contigo.

Y recuerda, no se trata de contar días sino de hacer que los días cuenten.

 

 

 

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