Escrito por Francisco Vinués – Psicólogo sanitario
La dirección, los valores, el propósito de vida, el camino, el significado… se le pueden dar multitud de nombres, nosotros vamos a usar sobre todo “valores” y “dirección” pero usad el que más encaje con vuestra forma de entenderlo. Los valores son la huella que quieres dejar en cada instante de tu vida, una dirección sin fin que recorres y da sentido y significado a cada una de tus acciones.
Los valores son ser honestos, justos, serios, valientes, simpáticos, honrados… pero también es amar a las personas que queremos, cuidarlos y protegerlos, cuidarnos a nosotros mismos, crecer como personas, querer aprender y ser curiosos, ser inquietos, ser ateo, practicar los valores católicos, musulmanes, protestantes o judíos… Tus valores son tus creencias y tu filosofía de vida, es tu equipo y bufanda, es tu pueblo, ciudad o tu familia. Pueden ser todo esto o ninguna de ellas, pues cada persona posee unos valores únicos que jamás se acaban, pueden cambiar pero no se acabarán.
Otra forma de llamarlos es propósito de vida: Cohen, Bavishi y Rozanski (2016) reunieron numerosos estudios y entre todos ellos se aunó una muestra de más de 100.000 personas de diferentes países. Los estudios que reunieron iban con relación a la salud, el bienestar y compromiso con la propia vida; al analizar los datos obtuvieron que las personas con un propósito de vida tenían un 23% menos de posibilidades de morir, pero no por un tipo de patología concreta si no por cualquier tipo de causa. Las personas con un propósito de vida se cuidaban más y parecían tener más estrategias para desenvolverse en las dificultades.
Los objetivos y los valores
Los valores pueden componerse de objetivos y acciones. Los objetivos son las metas que nos ponemos para involucrarnos en aquello que nos importa; mientras que los valores serían ir hacia el oeste (Lo que no tiene fin), los objetivos serían ir a Bilbao, Lugo, Ciudad de Méjico, Kioto, Nueva Delhi… El valor sería querer a un hijo, los objetivos serían ponerle las vacunas, llevarle a una buena guardería, aconsejarle, educarle… Las acciones son todas aquellas conductas que podemos hacer en el día a día para lograr los objetivos o para estar comprometidos con nuestros valores: jugar con nuestro hijo sería una acción, conducir para ir a Lugo sería una acción al igual que ahorrar dinero día a día para ir a Nueva Delhi.
Uno de los mayores errores que cometemos con los valores es confundirlos con los objetivos. Ambos son muy importantes y los objetivos son muy necesarios, pero como acabamos de ver los objetivos solo son una parte de los valores. Antes de profundizar en la diferencia entre ambos vamos a poner un ejemplo.
Vamos a imaginarnos a dos montañeros que van a escalar la misma montaña, a uno de ellos, llamémosle Valeria, le encanta la montaña, significa mucho para ella por el contacto con la naturaleza, el sentirse libre y la superación personal que supone, lograr superar las muchas dificultades de la montaña para ella merece la pena. Por otro lado, a Óscar le han dicho que subir a la cima de una montaña es una sensación única en la vida, que no se puede describir con palabras pero que es maravillosa. Las personas que le han dicho esto no le han mentido, pues estas personas así lo vivieron, por lo que él decide escalar una gran montaña para poder vivir esa sensación. Valeria, dentro de sus muchas escapadas a la montaña, decide por casualidad escalar la misma gran montaña. Ambos montañeros parten en teoría del mismo objetivo, escalar la montaña, pero no del mismo motivo: Valeria lo hace por lo que hemos dicho antes, le encanta la montaña y lo que significa para ella, mientras que Óscar lo hace por sentirse bien en la cima de la montaña.
Una vez ya están ambos escalando la montaña, ¿En que irá pensando Valeria? ¿Y Óscar? Valeria seguramente esté viviendo cada minuto en la montaña, la naturaleza, la frustración, la preocupación y el miedo, la satisfacción, los animales, las vistas… El objetivo de subir a la cima es importante, pero secundario al hecho de vivir la montaña para ella. Óscar por su lado seguramente esté pendiente de la cima, de cuánto falta y de cómo se sentirá cuando llegué ahí, apenas le importará lo que encuentre por el camino, su mente únicamente estará centrada en la cima. Una escala por valores y otro por objetivos.
¿Y cuándo lleguen a la cima qué sucederá? Valeria (Valores) se sentirá satisfecha y se parará a disfrutar el momento, pero pronto se olvidará de eso para centrarse en vivir la bajada pues aún está en aquello que ama, la montaña; cuando haya bajado, incluso antes ya estará pensando en la siguiente montaña. Óscar (Objetivos) no sabemos cómo se sentirá pero posiblemente también satisfecho, ¿pero cuánto durará esa emoción? Con tiempo, como todas las emociones, se pasará, la montaña la bajará sin importarle mucho lo que se encuentre en ella. Habrá sido un, un instante interesante en su vida pero ya está, algo pasajero sin continuidad tras lo que es posible que nos quedemos vacíos; no tendrá grandes motivos para volver a la montaña.
¿Y si hay una tormenta que les impide subir la cima a mitad de camino? ¿Cómo se sentirán? Es probable que ambos se sientan frustrados pero, ¿cuánto les durará a cada uno? Posiblemente a Valeria le dure un rato, pero antes de llegar a la base de la montaña ya estará disfrutando del camino de vuelta y pensando ilusionada en la siguiente montaña o en cuando podrá volver a la misma. A Óscar seguramente la frustración le dure mucho más, no hay nada importante para él en el camino de vuelta, pues no ha podido lograr su único objetivo que era subir a la cima para sentirse bien e irá dándole vueltas a la mala suerte que tiene, a porqué le ha tenido que pasar a él, que no ha podido sentirse bien como anhelaba y otros bucles.
Valeria está en la montaña es significativo para ella por lo que le es más sencillo disfrutar el camino, el destino es solo una excusa para hacer lo que le gusta. Además, gozará de mucha más flexibilidad para adaptarse cuando las cosas no salgan: podrá encontrar otras formas a la hora de involucrarse en la montaña y también emocionalmente le generará más estabilidad pues tiene una fuente constante de satisfacción, el camino de ida, la cima y la vuelta… y una mayor disposición a las dificultades y si las cosas salen mal es más fácil que se adapte.
Óscar únicamente tenía objetivos, solo obtendrá satisfacción en el momento de la cima, el resto del camino no tendrá nada que le importe por lo que es posible que se sienta vacío. Será mucho más susceptible a los cambios y las dificultades, lo que generará mayor inestabilidad emocional, pues no tiene nada que lo sujete, y peor capacidad para adaptarse cuando las cosas no vayan bien: si lo único que tienes es un destino, cuando lo pierdes, pierdes todo.
Vamos a intentar explicar la diferencia de una forma menos metafórica. Los valores, como ya hemos dicho, no tienen fin pues no se acaban, querer a un hijo dura para siempre, cambiará la forma de involucrarnos (Objetivos y acciones) pero no el desear quererle y cuidarle. Por su parte los objetivos siempre tienen fin, se pueden acabar a corto, medio o largo plazo pero se acaban, podemos lograrlos o no pero cuando no los logramos también han acabado. El valor sería ser buenos padres, lo que signifique para cada uno de nosotros, mientras que intentar que esté sano, que estudie, saque buenas notas, alimentarle bien o jugar con él son objetivos y acciones dentro del valor. Si algo puede cumplirse significa que es un objetivo, los cuales son muy importantes pero siempre tenemos que intentar que estén subyugados a un valor.
Un problema bastante frecuente con los objetivos y valores es confundirlos con los objetivos socialmente aprendidos. Todos somos parte de la sociedad y nuestro pensamiento depende directamente de esta, esto significa que tendremos objetivos que no son técnicamente nuestros, son fruto de la interacción continua con el resto de las personas creando normas sociales. Todos hemos aprendido numerosos objetivos sociales, por ejemplo podemos tener el objetivo de que toda nuestra familia debe llevarse bien, ser una gran familia que se reúna y que se ayude, pero seamos realistas, ¿existe alguna familia así? En todas las familias hay algún problema mayor o menor, hay alguna parte que no se habla con la otra… Otro objetivo social es la “obligación” de tener pareja, a veces ya no importa quién tengamos por pareja, pero debemos tener pareja o somos raros, ¿cómo vamos a estar solos? Son solo dos ejemplos de objetivos sociales que se dan y que creernos puede ser el principio de la caída por la espiral: cada persona es única y tiene sus propios valores y direcciones.