Escrito por Yaravi Rodríguez – psicóloga sanitario de AFDA
En este artículo vamos a dar voz y espacio a los diversos tipos de pareja que puedan acompañar a la madre gestante (a la que a partir de ahora nombraré simplemente como madre). Como pareja de la madre, ya seas papá o mamá no gestante tienes un importantísimo papel en este nuevo reto de crear una familia. Ese lugar en el que te encuentras, del que poco se habla y del que mucho se espera.
Habrán aparecido o aparecerán sentimientos de extrañeza, de ser ajeno al proceso de creación de esa bebé que se está gestando dentro de la madre. Es natural que, al no poder sentir en tu propia piel todo el proceso que transita la madre, te sea tremendamente difícil saber cómo acercarte a ella, como acompañarla y que necesidades nuevas aparecen durante el embarazo.
También es posible que afloren sentimientos nuevos, relacionados con tu nuevo rol: miedo, culpa, frustración, rabia o intenso amor. Has de dar espacio a esa parte de ti que se está despertando, ya que es parte del proceso. Es el principio de muchos cambios y desafíos a los que te tendrás que adaptando.
La decisión de involucrarte en el acompañamiento del embarazo y en la posterior crianza de una forma consciente y saludable, puede marcar la diferencia. Eso no significa saber siempre qué es adecuado en cada momento. Se trata de estar y mostrarte disponible, de dar espacio o lo que venga, confiando en que juntos siempre encontraréis el camino que más acorde sea con la familia que queréis crear.
Y aquí seguramente te asalte la duda: “vale entiendo todo eso pero, ¿cómo lo consigo?. No sé que tengo que hacer”. Te invito a que sigas estos dos pasos cada vez que la duda te visite:
- Conecta con tus propias emociones para que sean tus aliadas.
Escucha a tu cuerpo, reconoce y da espacio a todas y cada una de las emociones. Están ahí para comunicarte algo y que puedas adaptarte de forma óptima a tu entorno. Y es importante recordar que tus emociones son tuyas, aunque aparezcan ante un determinado contexto o persona.
- Comunícate con la madre.
Pregúntale qué necesita, cómo puedes acompañarla mejor. Hablar de cómo os sentís, para los dos es un reto y una novedad y, aunque cada uno lo viva como es natural desde su lugar, compartilo os hará más fuertes. Tendréis más información para ir decidiendo cómo queréis hacer las cosas. Aunque a veces puede dar miedo o crear inseguridad, si lo hacéis desde el respeto, solo puede ser para mejorar, para elevar vuestro nivel de conciencia sobre cómo estáis y qué necesitáis cada uno para juntos construir a la familia deseáis.
Si la crianza fuera como bailar en pareja y estuviéramos aprendiendo, lo natural al principio sería pisar a mi pareja, equivocarme en el paso, ir cada uno para un lado o incluso caernos, para que, poco a poco y a través de esa práctica, mejoremos la coordinación y le demos nuestro toque personal. Pero todo eso es un proceso. Te pregunto: ¿Qué papel quieres ocupar como pareja de baile? ¿la que solo mira los pies constantemente o la que fluye con la música y su pareja?
Lo importante es que el lugar que ocupes sea coherente con la pareja que tú quieres ser, con cómo quieres y decides vivir ese momento. Y no tiene por qué ser siempre el mismo de una manera rígida. Se trata simplemente de fluir y bailar conectado con mi pareja (por supuesto, incluyendo al bebé). Puede ser que hoy tu guíes lo pasos porque la otra parte está más cansada o se sienta más insegura, o al revés. Puede ser que un día ambos bailéis al unísono de una forma celestial y que otro día sintáis que os estáis pisando los pies constantemente. Por supuesto que habrá días para todo. Así que, si en algún momento te sientes perdido en el baile (algo muy natural), para un instante, escúchate, mira a tu pareja de baile a los ojos, exprésale lo que ocurre y, como equipo, bailad de la mejor forma que sepáis ese día. Recordando que esa mirada ha de estar basada en el amor, el respeto mutuo.