Escrito por María Sarasa – Psicóloga sanitaria
Es probable que si vives en Zaragoza hayas notado algo de calorcito estos días. Algo totalmente natural poder estresarnos ya que nuestro sistema nervioso se activa.
¿Qué sensaciones físicas tiene nuestro cuerpo ante este calor?
Una respuesta que puede resultar obvia, pero vamos a comentar algunas de ellas, como pueden ser sudoración, aumento de la temperatura corporal, sequedad en la boca, sensaciones de enlentecimiento o mayor cansancio, sensaciones de inestabilidad, nos puede cambiar la presión arterial…
¿Qué reacciones psicológicas se han visto relacionadas con las altas temperaturas?
Insomnio, estrés, irritabilidad, cansancio, pereza, susceptibilidad, hastío…
¿Os suena de algo?
Estas respuestas pueden surgir también cuando nuestro cuerpo interpreta algo como amenazante. Son algunas de las reacciones físicas y psicológicas que el cuerpo puede tener ante el miedo.
Tiene sentido entonces que, si he pasado o estoy pasando un periodo de mayor ansiedad, en el que he tenido esas sensaciones físicas, el calor pueda ser un estímulo que mi mente interpreta como amenazante. O que mi mente interprete que tengo mayor ansiedad, que algo va mal, sin poder identificar el estímulo disparador, en este caso, el calor.
¿Por qué?
Imaginemos un 29 de Junio, Zaragoza, ola de calor con viento Africano. Salgo a la calle a las 9 de la tarde a dar un paseo, ya pensando que con el sol más bajo hará una temperatura más fresquita. Noto que la temperatura es elevada, comienzo a sentir calor por todo mi cuerpo y eso genera una importante sudoración. Lo último que recuerda mi mente con ese nivel de sudoración y sensación de calor fue la época en la que tuve unos ataques de ansiedad y una ansiedad generalizada importante.
Que hace mi mente como es comprensible, da la voz de alarma a todo mi cuerpo, interpreta que la ansiedad ha vuelto y eso hace que mi respuesta aumente (más sudoración, taquicardia, tensión en el pecho…). Que puede volver a interpretar mi mente en consecuencia “Me está dando un ataque de ansiedad, no estás bien y nunca vas a estarlo…”, lo que a su vez genera más respuesta de nuestro cuerpo.
¿Qué hacemos?
Creerse las interpretaciones que hace la mente en esta escena puede ser muy doloroso y generar que te desesperes y cambies tu comportamiento, limitando tu vida. Afianzando la creencia de que eres ansiedad, cuando no es así.
En un primer lugar comprender las reacciones que tiene el calor en todos nosotros calma. Entiende que esas sensaciones físicas en tu cuerpo y posterior interpretación de amenaza no es porque te pase nada problemático a ti en particular, es una reacción normal del cuerpo. Ayúdate en ese momento y deja que pase, “todo pasa y esto también pasará”.
No trates de evitar por completo el calor, estamos muy acostumbrados a los aires acondicionados y en momentos de mucho calor son necesarios, pero exponte también al calor. Habitúate a él progresivamente y de manera cuidadosa, para que el cuerpo no lo sienta como algo tan amenazante, sino el cuerpo se nos sensibiliza demasiado a cualquier sensación que evalúa como no agradable.
Sácale partido, ¿Qué oportunidades te da el calor? Actividades que en otros momentos no puedo hacer o no están disponibles, alimentos que en otros momentos no tengo a mi disposición o no genera tanta satisfacción comerlos…con el calor cambia la experiencia, experimenta con él.
Esperamos que esta información construya una nueva perspectiva en ti respecto al calor.
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Hay que ver en qué medida tan importante somos física y química. Es importante conocer que nuestras reacciones ante el calor son en gran parte biológicas. De este modo, conocemos mejor lo que nos pasa. Y ya los griegos señalaban la importancia del “Conócete a ti mismo”, para poder actuar en consecuencia. ¡Un saludo a tod@s!