Disfrutar de calidad de vida y aumentar el bienestar suele ser un objetivo fundamental para todas las personas.
En la sociedad actual hemos etiquetado el sufrimiento o ese «sentirse mal» como algo anómalo e incompatible con la felicidad.
Esa lógica nos conduce a la realización de acciones centradas únicamente en el alivio del dolor que, para nuestra desgracia, la mayor parte de las veces se convierten en el origen de un mayor sufrimiento y en la aparición de síntomas y somatizaciones vinculadas a la ansiedad y/o a la depresión.
La depresión y la ansiedad, aún en los casos más graves, son altamente tratables. Cuanto antes comience su tratamiento, más efectivo es y las probabilidades de prevenir una repetición son mayores.
¿Qué son la depresión y la ansiedad?
La depresión, es un trastorno anímico y mental que puede afectar a todas las áreas del individuo (sus pensamientos, sus sentimientos, su conducta, su funcionamiento corporal) y con importantes consecuencias personales y sociales. No se trata de una tristeza pasajera o de un estado de ánimo bajo comprensible tras un acontecimiento vital negativo. Se trata de un estado duradero y que afecta de modo integral en el bienestar y en el funcionamiento de la persona y de su entorno de relaciones.
El origen de la depresión es complejo, ya que en su aparición influyen factores genéticos, biológicos y psicosociales -cultura / entorno-. También hay otros orígenes, como la pérdida o el consumo de determinadas sustancias.
La ansiedad es la anticipación de un peligro o daño futuro, permite a la persona llevar a cabo las acciones necesarias para enfrentarse a la amenaza. Se considera una reacción normal ante determinadas situaciones estresantes de la vida. En una intensidad moderada es adaptativa y contribuye a la supervivencia del individuo. De manera que en un nivel controlado es incluso deseable para el adecuado funcionamiento de la persona. Sólo cuando supera cierta intensidad interfiere en las actividades normales y provoca un intenso malestar.
¿Cuales son los sintomas?
No todas las personas con trastornos depresivos y trastornos de ansiedad padecen los mismos síntomas. La gravedad, frecuencia, y duración de los síntomas pueden variar según la persona y su enfermedad en particular.
Síntomas de la depresión:
- Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, o vacío.
- Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo.
- Sentimientos de culpa, inutilidad, y/o impotencia.
- Irritabilidad, inquietud.
- Pérdida de interés en las actividades o pasatiempos que antes disfrutaba, incluso las relaciones sexuales.
- Fatiga y falta de energía.
- Dificultad para concentrarse, recordar detalles, y para tomar decisiones.
- Insomnio, despertar muy temprano, o dormir demasiado.
- Comer excesivamente o perder el apetito.
- Pensamientos suicidas o intentos de suicidio.
- Dolores y malestares persistentes, dolores de cabeza, cólicos, o problemas digestivos que no se alivian incluso con tratamiento.
Síntomas de la ansiedad:
- Preocupación, miedo o temor excesivo
- Sudoración.
- Pupilas dilatadas.
- Taquicardia.
- Aumento de la tensión o activación.
- Alteraciones en el comportamiento.
¿Cuales son los tratamientos?
La depresión y la ansiedad, aun en los casos más graves, son trastornos altamente tratables. Al igual que con muchas enfermedades, cuanto antes pueda comenzar el tratamiento, más efectivo es y las probabilidades de prevenir una repetición son mayores.
El primer paso para obtener el tratamiento adecuado es visitar a un médico. Ciertos medicamentos y condiciones médicas, tales como virus o trastornos de tiroides, pueden provocar los mismos síntomas que la depresión o ansiedad. Un médico puede descartar estas posibilidades por medio de un examen físico, una entrevista, y pruebas de laboratorio. Si el médico puede descartar a una condición médica como la causa, él o ella debe llevar a cabo una evaluación psicológica o referir al paciente a un profesional de la salud mental.
Una vez diagnosticada, una persona con depresión y/o ansiedad puede ser tratada con varios métodos. Los tratamientos más comunes son la medicación y la psicoterapia.
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