La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica. Aristóteles

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Podemos decir en general que la inteligencia es la capacidad de asimilar, guardar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas. Estas cualidades también son propias de los animales pero el ser humano va un paso más allá, desarrollando una mayor capacidad de iniciar, dirigir y controlar nuestras operaciones mentales y todas las actividades relacionadas con el manejo de la información. Nosotros aprendemos, relacionamos, deducimos, realizamos cálculos, elaboramos probabilidades y muchas otras cosas más casi sin darnos cuenta. Además tenemos la capacidad de integrar estas actividades mentales y de hacerlas voluntarias, en definitiva de controlarlas, como ocurre con nuestra atención o con el aprendizaje, que deja de ser automático como en los animales, para focalizarlo hacia determinados objetivos deseados.

De modo que la inteligencia de una persona está formada por un conjunto de variables como la capacidad de observación, la atención, la memoria, el aprendizaje, las habilidades sociales, etc., que le permiten enfrentarse al mundo diariamente. El rendimiento que obtenemos de nuestras actividades diarias depende en gran medida de la atención que les prestemos, así como de la capacidad de concentración que manifestemos en cada momento. Pero hay que tener en cuenta que, para tener un rendimiento adecuado intervienen muchas otras funciones como, por ejemplo, un estado emocional estable, una buena salud psico-física o un nivel de activación normal.

Desde pequeños hemos oído que el CI o Cociente Intelectual era determinante para saber si una persona tendría éxito en la vida, con lo que un test podría marcar el futuro de su éxito académico y profesional. Sin embargo, hace ya varios años que desde el ámbito empresarial se dieron cuenta de que son otras capacidades las necesarias para el éxito en la vida. Y esas no las medía ningún test de inteligencia.

Se ha podido comprobar que un elevado CI puede predecir quién tendrá éxito a nivel académico, pero no dice nada del camino que tomará la persona cuando termine su educación. Por otro lado, estudios recientes muestran que la Inteligencia Emocional es la principal responsable del éxito o fracaso de las personas en todos sus ámbitos: profesional, personal y social. Además se ha visto que el éxito profesional, independientemente de que se trate de un ingeniero, un profesor, un abogado o un vendedor, está definido en un 80% por la Inteligencia Emocional y en un 20% por su CI.

La Inteligencia Emocional es la capacidad que tenemos de sentir, entender, controlar y modificar estados de ánimo o comportamientos tanto propios como ajenos. La Inteligencia Emocional se compone principalmente de dos inteligencias: la intrapersonal y la interpersonal. La primera (intrapersonal) consiste en la capacidad de comprenderte a ti mismo, tus sentimientos, tus motivaciones  y la segunda (interpersonal) se refiere a la capacidad de entender las motivaciones y deseos de otros.

Estas dos inteligencias son parte de las 8 inteligencias definidas por Howard Gardner, lo que él llama Inteligencias Múltiples. Estas inteligencias son: Interpersonal, Intrapersonal, Kinestésica, Musical, Verbal/Lingüística, Lógica/Matemática, Naturalista y Visual/Espacial.

Como dice Daniel Goleman: Resulta paradójico que el CI sea tan mal predictor del éxito entre el colectivo de personas lo bastante inteligentes como para desenvolverse bien en los campos cognitivamente más exigentes.

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