Escrito por María Domínguez – Psicóloga sanitaria

Los primeros años de vida del ser humano, son unos años llenos de grandes y complejos cambios, nacemos con escasas capacidades y dependemos por completo del cuidado y cariño de nuestros progenitores, los bebés humanos llegamos al mundo con un alto grado de indefensión respecto a la mayoría de los animales. El resto de capacidades que nos hacen únicos como especie (andar en bipedestación, el lenguaje etc.) las desarrollamos todas ellas fuera ya del útero materno. Estas adquisiciones, entre otras, tan importantes para nuestro desarrollo, tienen lugar en los primeros 1000 días de vida del ser humano.

La primera infancia entendida esta desde el nacimiento hasta los tres años, es una etapa donde el desarrollo del ser humano es muy rápido y complejo; partimos de un bebé separado ya de la comodidad de su líquido elemento, indefenso y frágil, hasta un bebé que ya es capaz de correr, de hablar, y de hasta mentir. Esta evolución tan rápida de nuestras capacidades sólo puede ser posible gracias a un cerebro en constante evolución, y es que según los neurólogos en los primeros tres años se forman conexiones neuronales entre las células cerebrales a una velocidad que no se tendrá en otro momento en la vida. Otra característica importante de esta etapa es que los bebés cuentan con periodos ventana o periodos críticos, en estos periodos las conexiones neuronales son más sensibles a la estimulación ambiental y por tanto es más fácil la adquisición del aprendizaje. Una vez que pasa ese período, es más difícil cambiar la estructura del cerebro para adaptarse al aprendizaje nuevo.

Estos datos nos ofrecen una visión diferente de lo que comúnmente se entendía como una etapa estéril y de mero tránsito en el desarrollo humano, y le dan la importancia que se merece a la correcta estimulación y cuidado del infante en esta etapa evolutiva. Nos hacen ver que gran parte de lo que somos en este momento se lo debemos a lo que formaron de nosotros durante estos primeros años, por lo tanto los cuidados en esta etapa constituyen los cimientos donde se desarrollaran el resto de capacidades humanas.

Los cuidados del bebé constituyen lo que comúnmente conocemos como crianza, y la crianza es el proceso que promueve la creación de un desarrollo socioemocional e intelectual en el bebé. Una crianza respetuosa con el correcto desarrollo del bebé requiere de mucha habilidad, tiempo y paciencia, requiere que como cuidadores conozcamos qué hace el bebé, por qué lo hace y adoptar unos correctos cuidados en cada caso.

El juego en el bebé

La ocupación fundamental de los niños y de en este caso los bebés es el juego. Los bebés están constantemente jugando. Pero además de una forma de diversión, es una forma de conocer el mundo y las relaciones que se establecen en él, el juego les permite desarrollarse, comunicarse y aprender. Tiene un papel fundamental en el desarrollo del niño, cuando un niño juega es feliz y aprende más rápido y mejor. Así que el juego es un gran impulsor de las capacidades humanas.

El papel del cuidador en este caso es crear contextos adaptados a las posibilidades de juego del bebé en cada etapa. Crear mundos y fomentar la imaginación de estos. El adulto a cargo no debe dar por hecho que el bebé siempre sabe el que hacer o cómo jugar, siendo conveniente proporcionar entornos facilitadores de juego. Y es que jugar 15 minutos con un bebé puede desencadenar miles de conexiones neuronales en él.

Grandes científicos, grandes máquinas de aprender

Para ellos el mundo es todo nuevo y a descubrir, constantemente intentan crear un efecto en la gente y en las cosas que les rodeas para comprender y entender el mundo y las relaciones físicas que se establecen. Un ejemplo muy común es observar como un bebé tira objetos atentamente al suelo para comprender el efecto que estos producen, bajo la mirada nerviosa de sus padres.

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            El papel del adulto en este caso es simplemente dejar que pase, que averigüe, que cometa errores, en definitiva que aprenda, proporcionando la seguridad necesaria. Dejar que el bebé descubra qué puede hacer con sus manos y pies y qué es el mundo. Estos primeros aprendizajes son importantes para la autoestima del infante le hacen ver que es capaz de lograr y dominar cosas y contribuyen a desarrollar su autonomía personal. Entender que “cometer errores” es necesario para encontrar una solución válida es un aprendizaje esencial que debemos proporcionar como cuidadores, fundamental para desarrollar en ellos sentimientos de confianza.

Necesidad de sostén emocional

Un bebé nace con la necesidad sincrónica de cariño, es decir, la necesidad de que se le de una adecuada respuesta a las demandas afectivas que presenta,  y el vínculo que se establece con el cuidador primario llámese madre y/o padre, favorece que el niño disponga de este y otros cuidados básicos. Un vínculo estable y previsible con los cuidadores le permiten construir la relación de apego seguro. Es decir, unos padres accesibles que proveen cuidados adaptados a sus necesidades permite al bebé establecer la seguridad necesaria para su desarrollo.

Necesidad de regulación afectiva

Es otro proceso mágico de sincronía en la diada cuidador-bebé. Un ejemplo clásico es calmar el llanto desconsolado del bebé, el adulto a cargo de la crianza debe poner en juego su capacidad empática y compasiva que le permita entender cuál es la necesidad del niño y trasmitirlo a través del contacto físico (acunar, abrazar, tranquilizar). Este proceso diádico permite al bebé aprender que no está solo del paso del malestar a la calma, importante para desarrollar una  autorregulación afectiva posterior o dicho de otra manera importante para que aprenda a expresar y canalizar fructíferamente sentimientos y emociones.

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Para finalizar, me gustaría compartir mi papel como madre, psicóloga, humana que comparte muchas horas con estas pequeñas criaturas, para mi lo importante es estar preferentemente con atención y presencia en su cuidado y verle desarrollarse y crecer, en definitiva que no me lo cuenten..

Además espero que este artículo contribuya a subrayar la importancia de esta etapa evolutiva (muchas veces infravalorada), en el subsiguiente desarrollo del ser humano, y animar a poner nuestra especial atención como padres, madres, educadores, ciudadanos y sociedad en el especial cuidado de la primera infancia.

Fuentes: Unicef: Desarrollo emocional clave para la primera infancia

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