Escrito por Claudia Garcia – Psicóloga sanitaria
Reconozco que me asusta la idea de estar aislada durante muchos días. Creo que esta sensación será compartida por muchos de los que me leéis ahora.
Es posible que vuestra mente, al igual que la mía, haya anticipado pensamientos en torno a qué haré cuando se me acaben las ideas para entretenerme, qué haré cuando me haya visto todas las series que me gustan, cuando esté aburrida de ver películas o me agobie de estar sola en casa (o acompañada sólo de mi mismo familiar) cada día.
Todos esos pensamientos es probable que os hayan despertado una respuesta emocional desagradable, incómoda… Es posible que notéis cierta sensación de inquietud, de nerviosismo… Quizás, a ratitos, cuando somos conscientes, nos de un vuelco el corazón o incluso experimentemos cierta opresión en el pecho.
Es muy probable que estas sensaciones y pensamientos aumenten cada vez que me siento delante de mi televisor a ver las noticias. Esas noticias que me cuentan que esto va para largo… En ese momento, puede que mi nerviosismo y mis pulsaciones aumenten, que hiperventile un poco más. Esa amenaza de que algo malo nos puede pasar se hace más real cuando oigo hablar a un político sobre más medidas. Y es que da miedo.
[aprovecho para felicitar a todas aquellas personas que hayan llegado a leer hasta aquí, a pesar del agobio]
Nuestro cerebro está diseñado para prever problemas y buscar soluciones a posibles situaciones adversas. Nos pone “en guardia” porque esto aumenta las probabilidades de que nos protejamos y sobrevivamos. Nos pide que llevemos a cabo acciones que nos pongan a salvo. En la situación actual que vivimos, lo más adaptativo y lo que protege nuestro bienestar es justamente quedarnos en casa.
Sin embargo, lo cierto es que, un animal en su guarida, una vez seguro, no merodea nervioso de lado a lado de la madriguera anticipando si el depredador estará o no fuera. Si se quedará al acecho o desaparecerá pronto. O si se angustiará mientras espera. Nuestro animal, una vez a salvo, simplemente reposa y se cuida.
Sin embargo, los seres humanos tenemos una mente verbal que habla y anticipa sin parar. Somos capaces de rumiar durante 15 días de confinamiento sobre qué haremos si nos agobiamos y dedicar todas nuestras energías a recabar todo tipo de información sobre la catástrofe. Y a nuestra mente le gusta enredarse con datos alarmantes, le gusta permanecer delante del televisor recopilando datos, ya que genera una falsa sensación de control.
Sin embargo, dado que en nuestra madriguera estamos ya a salvo, ¿realmente tiene utilidad seguir agotándonos de esa manera?
Depende de nosotros/as mismos/as el darle espacio a nuestra mente para seguir enredándonos en el problema o elegir dedicar nuestro tiempo a algo que tenga más sentido como reposar y cuidarnos.
Podemos sucumbir a la tentación de sentarnos enfrente de la televisión con la avalancha de datos que nos llueven o podemos elegir ocuparnos de todo aquello importante de nuestro hogar que no solemos dedicarle el tiempo que querríamos.
Acabamos de comenzar la segunda semana de confinamiento, asi qué, ¿a qué quieres dirigir tu energía? ¿en qué quieres dedicar tu tiempo?
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