Escrito por Roberto Buil – Psicólogo sanitario

“Como podría explicar, sin ver salir el sol, que denso sale”

Robe Iniesta.

Es media mañana y hace bastante rato que me he despertado, llevo un rato pensando en levantarme, pero no es como esas mañanas en las que notaba el contacto de las sabanas en mis piernas, respiraba aire fresco, cambiaba de postura y me regocijaba de la buena suerte de tener la mañana libre y poder remolonear en la cama henchido de placer. Esta vez no. Esta vez las sabanas pesan como plomo, el aire que respiro es denso, espeso, y permanezco inmóvil, encogido y lloro sin saber porque, ni qué hacer.

Si me quedo en la cama como hice antes de ayer, mi mente estará preguntándose si me levanto o no todo el rato, me hablara de lo vago que soy y de que no valgo una mierda y de que tendría que echarle huevos a la vida, hasta que llegue la noche e intente dormir sin éxito. Si me levanto, como ayer, andaré todo el día como si llevase puestos grilletes con una bola de metal atada. Arrastrando los pies con un peso que me impide moverme, que me obliga a andar encorvado, ocultándome de los demás por la vergüenza que supone cumplir con esta condena.

 Veo la vida cada día,
Con esta mente vacía,
Que se llena de palabras
Palabras como gafas,
Sexo, piel, fracaso, palabras.
Palabras que van y vienen
Que me apagan y me encienden,
Que confundo con la vida,
Aunque sean las palabras
Las que están vacías
Y mi mente llena

Quizás la densidad sea la palabra que mejor define esto, el olor, el sabor, el tacto, todo es denso, todo es amargo, todo huele a rancio. Con una densidad y una espesura que impregna cada minuto, cada segundo, cada movimiento. Para que levantarme, para que ducharme, para que alimentarme, para que…

Si esos seres que caminan a mí alrededor ni me miran. Saben que existo, sé que existen, pero… entre nosotros solo existe vacío, mi familia, mis hijos, mis compañeros de trabajo, mis amigos ah! Mis amigos. Tan vacíos, tan necios, tan densos… como yo.

Yo, yo, yo, que creía en el trabajo, en la familia, en el amor y hoy no. No aligera esta densidad.

No recuerdo la última vez que el aire era ligero y fresco, la última vez que reí a carcajadas, la última vez que disfrute de un polvo. Hasta esto se ha vuelto denso, vacío, sin gracia, trabajo.

No recuerdo la última vez que el aire era ligero y fresco, la última vez que reí a carcajadas, la última vez que disfrute de un polvo. Hasta esto se ha vuelto denso, vacío, sin gracia, trabajo.

Como librarme de esta amargura, como quitarme este peso, como aligerar esta densidad, y para qué. Para que esforzarme en intentarlo…

 Me veras cuando haya muerto.
Cerraras tus ojos, y veras los míos.
Tristes, alegres.
Enfadados…, contentos.
Tan conocidos.
Me veras como me hayas visto.
Y al verme existiré de nuevo

Algo se repite en mi cabeza, no quiero verme así, no quiero recordarme así. Cuando esto se pase, cuando ya no importe, cuando este fuego sea solo humo, no quiero recordarme así. Este no soy yo. Estoy vivo, sigo respirando pero no soy yo, pero estoy vivo y estoy aquí, aunque no quiero estar aquí, no quiero recordarme aquí.

Yo, yo, yo. Yo fundido con los demás, pero no quiero recordarme así, no quiero recordarlos así, no quiero que me recuerden así.

No quiero dejar este rastro. ¿Qué huella dejo en mi cuando me quedo en cama? ¿Qué huella dejo en los demás con mis palabras, con mis actos… con mi vida?

Algo se repite en mi cabeza, estoy aquí, estoy vivo y quizá puedo dejar otro rastro, otra huella, otra vida.

Algo se repite en mi cabeza, estoy aquí, estoy vivo y quizá puedo dejar otro rastro, otra huella, otra vida.

 ¡Oh, yo! ¡oh, vida!
De sus preguntas que vuelven,
del desfile interminable de los desleales,
de las ciudades llenas de necios,
de mí mismo que me reprocho siempre (pues,
¿quién es más necio que yo, ni más desleal?),
de los ojos que en vano ansían la luz,
de los objetos despreciables,
de la lucha siempre renovada,
de los malos resultados de todo,
de las multitudes afanosas y sórdidas que me rodean,
de los años vacíos e inútiles de los demás,
yo entrelazado con los demás,
La pregunta, ¡oh, yo!,
la pregunta triste que vuelve
¿qué de bueno hay en medio de estas cosas,
Oh, yo, Oh, vida?
Respuesta:
Que estás aquí – que existe la vida y la identidad,
Que prosigue el poderoso drama, y que tú
puedes contribuir con un verso.

Walt Whitman
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